Quema de rastrojos
Érase una vez un pueblo madrileño con una tradición cuanto menos curiosa (y un poco pirómana): el día 6 de septiembre celebraban la “quema de rastrojos”, se reunía todo el pueblo en el cementerio y cuando anochecía emprendían y prendían el camino a medida que pasaba la Virgen de la Ciguiñuela, así, la iluminaban el regreso al pueblo.
Era un fuego controlado, con mucha mucha seguridad (protección civil, bomberos,…). -Creo que antiguamente se quemaban los campos para hacerlos fértiles, de nuevo, para la siguiente siembra, ya que la fecha coincide con el final de la recolección de cereales (en lo que se basaba parte de la economía de la zona).-
Dice la leyenda que su imagen apareció en una junquera rodeada de dos cigüeñas (de ahí su nombre, Ciguiñuela o Ziguiñuela, un nombre un tanto extraño y otro tanto algo complicado de pronunciar para los “forasteros” o los que lo pronuncian por primera vez). Según cuentan, al parecer la talla de la Virgen fue arrastrada hasta ahí por alguna de las inundaciones que ocurrían con frecuencia hacia los siglos XIV y XV. En este lugar, hoy se encuentra la ermita que lleva su nombre, edificio que por un tiempo fue panteón. En la actualidad, éste se encuentra en el recinto del cementerio, y desde tiempos que yo no sé, sacan a la Ciguiñuela, a cuestas y en procesión cada año por las fiestas y la trasladan a la iglesia se san Pedro, desde donde se la venera.
Hoy en día y en este mismo pueblo habita una joven jabonera no de las que lavan con jabón, no, si no de las que hacen el jabón para lavar. Como os decía, la artesana utiliza vuestras naranjas para hacer sus jabones, en especial uno de naranja, canela y clavo. Es un jabón suave, hidratante y, ¡mmmmmm, huele de maravilla! Los ingredientes que utiliza son aceites vegetales (oliva, coco, palma, ricino, almendras), zumo de naranjas (de las de valencia), manteca de karité, cáscara de naranja y aceites esenciales (naranja canela y clavo).
Y colorín colorado, este cuento aún no ha terminado: Si por esas fechas pasáis por Fuente el Saz estáis invitados a participar en la quema y, si sois buenos, quizás os de la receta.